He votado muchas veces a diferentes candidatos en
los que confiaba, incluso he apoyado abiertamente a algunos de ellos.
De aquellos, pocos, que voté y alcanzaron el cargo deseado, todos,
absolutamente todos, me defraudaron -algunos por ineptitud o cobardía a
la hora de decidir y otros porque eligieron el camino de la corrupción
para enriquecerse o enriquecer a unos pocos y se olvidaron de las
promesas de bien común que tanto pregonaron-.
Esto fue una constante en mi vida de elector, lo que me llevó a reflexionar sobre cuál es mi responsabilidad cuando un gobernante, en el cual había confiado y apoyado, no desarrolla con entereza, responsabilidad y honestidad su mandato.
La respuesta que me doy es contundente: "Mi responsabilidad está en quitarle mi confianza y apoyo; hacerle saber que no hizo las cosas correctamente y no acompañarlo más con mi voto... porque si lo voto nuevamente, sabiendo que no cumplió con sus promesas; que desarrolló un gobierno corrupto y excluyente, en el cual se favoreció a unos pocos y postergó al pueblo... me convierto en cómplice y esa actitud me hace tan delincuente como los funcionaros corruptos en cuestión.
Esto se aplica a nivel comisional, municipal, provincial o nacional. Si apoyamos a uno o más candidatos sabiendo que son corruptos, somos tan corruptos como ellos, por más que argumentemos que los votamos para conservar un cargo, una pensión o cualquier beneficio mal logrado.
Por si no se entiende el mensaje: "Votar a quienes nos gobernaron con un nivel inusitado de corrupción en estos últimos 12 años, es seguir fomentando la postergación personal y social de los santiagueños y seguir favoreciendo a un puñado de delincuentes que se creen eternos y omnipotentes".
En definitiva, cada quien sabrá qué hacer con su conciencia y con su voto...
Esto fue una constante en mi vida de elector, lo que me llevó a reflexionar sobre cuál es mi responsabilidad cuando un gobernante, en el cual había confiado y apoyado, no desarrolla con entereza, responsabilidad y honestidad su mandato.
La respuesta que me doy es contundente: "Mi responsabilidad está en quitarle mi confianza y apoyo; hacerle saber que no hizo las cosas correctamente y no acompañarlo más con mi voto... porque si lo voto nuevamente, sabiendo que no cumplió con sus promesas; que desarrolló un gobierno corrupto y excluyente, en el cual se favoreció a unos pocos y postergó al pueblo... me convierto en cómplice y esa actitud me hace tan delincuente como los funcionaros corruptos en cuestión.
Esto se aplica a nivel comisional, municipal, provincial o nacional. Si apoyamos a uno o más candidatos sabiendo que son corruptos, somos tan corruptos como ellos, por más que argumentemos que los votamos para conservar un cargo, una pensión o cualquier beneficio mal logrado.
Por si no se entiende el mensaje: "Votar a quienes nos gobernaron con un nivel inusitado de corrupción en estos últimos 12 años, es seguir fomentando la postergación personal y social de los santiagueños y seguir favoreciendo a un puñado de delincuentes que se creen eternos y omnipotentes".
En definitiva, cada quien sabrá qué hacer con su conciencia y con su voto...