¿A qué argentinos cuidan los precios cuidados? ¿Qué argentinos son esenciales para los precios esenciales?
Alguno pensará que estos interrogantes pretenden arrogarse dudas filosóficas, metafísicas, y lejos están de esto. Nada más cerca de la cotidianeidad del pensamiento común.
En distintos gobiernos argentinos con sus respectivas crisis (asumidas o no) surgieron medidas “brillantes y esclarecedoras (ja) y sobre todo promocionadas (eso sí)” para ayudar a la población a disimular o disminuir el deterioro del salario.
Muchas veces quise averiguar el éxito de esas medidas y comprobar en “carne propia (o bolsillo propio)” la eficacia de los tan difundidos precios cuidados antes y precios esenciales ahora. No pude. Ni puedo. Por la sencilla razón de que soy, junto a mi familia y a miles de familias argentinas, habitante de un lugar donde no hay comercios que implementen los beneficios dispuestos por los gobiernos. Y si tengo que viajar a los centros importantes para gozar de descuentos, tengo que gastar diez veces más en el traslado que lo que ahorraría en la compra. Se entiende, ¿no? En síntesis, es más caro el collar que el perro.
Significa que solamente quienes viven en capitales de provincia o ciudades importantes del país, donde están asentados grandes supermercados o cadenas comerciales que implementan el sistema de precios cuidados o esenciales pueden acceder a los descuentos. El resto (los que vivimos en Quimilí, al noreste de Santiago del Estero, distante 210 kilómetros de la capital de la provincia, por ejemplo) nos tenemos que conformar enterándonos por los medios de las ventajas ajenas y lamentarnos de las desventuras propias. Utilizando una expresión tanquera, vemos lo que pasa en otro lado con “la ñata contra el vidrio”. Da un poco “medio mucho” de bronca, ¿no?
Entonces, busqué en un diccionario de sinónimos y antónimos las palabras “cuidado” y “esencial”. Dice del vocablo cuidado, entre otras acepciones: “atendido, vigilado, velado, custodiado, celado”. Y son sus antónimos: “desatendido, descuidado, desarreglado, dejado, abandonado”. Lo que significa que hay un sinnúmero de ciudades, pueblos, parajes, etc. que, al no tener acceso a lo dispuesto por el gobierno, se sienten triste y realmente desatendidos, descuidados, desarreglados, dejados y abandonados por quienes tienen la tarea de protegerlos. Cosa que no les pasa a los otros, esos que viven en los grandes centros.
Pero también busqué sinónimos y antónimos de esencial: y si lo otro me dio bronca, a esto súmenle urticaria, sarpullido, espuma por la boca… Dice el diccionario que esencial es algo fundamental, principal, básico, notable, primario, cardinal, primordial, elemental, primero, indispensable, imprescindible, necesario, inevitable, obligatorio. Por lo tanto a nosotros, los que no somos tocados por los privilegios “ut supra” mencionados, nos cabe la categoría de ser accidentalmente argentinos, accedemos a los beneficios accesoriamente, somos el sector secundario de la población (menos cuando tenemos que aportar con el voto), elementos suplementarios, de reconocimiento superficial, externo, extrínseco, artificial, superfluo, excusable, innecesario. Si, como lo leen: INNECESARIO. Al menos así lo dice el diccionario. Entonces sería bueno que alguna vez alguien del interior le diga a los iluminados de antes y de ahora que gobernaron y gobiernan el país, que es hora de dejarse de joder con eso de que conocen la Argentina, país federal y no sé cuantas otras estupideces “pour la galerie”, o para la gilada, como más les guste. Al final, vengan de donde vengan, terminan gobernando para el “adentro” de la General Paz. Claro, ahí están los votos. Será que hay que dar fe de eso que "Dios está en todas partes pero tiene su oficina en Puerto Madero"?
Bueno, dejo estas disquisiciones porque tengo que ir a los chinos a comprar yerba y azúcar. Por supuesto que no me cuidan ni me consideran esencial, pero son los únicos que están abiertos a esta hora.
Autor: Licenciado Raúl Porcel de Peralta
Alguno pensará que estos interrogantes pretenden arrogarse dudas filosóficas, metafísicas, y lejos están de esto. Nada más cerca de la cotidianeidad del pensamiento común.
En distintos gobiernos argentinos con sus respectivas crisis (asumidas o no) surgieron medidas “brillantes y esclarecedoras (ja) y sobre todo promocionadas (eso sí)” para ayudar a la población a disimular o disminuir el deterioro del salario.
Muchas veces quise averiguar el éxito de esas medidas y comprobar en “carne propia (o bolsillo propio)” la eficacia de los tan difundidos precios cuidados antes y precios esenciales ahora. No pude. Ni puedo. Por la sencilla razón de que soy, junto a mi familia y a miles de familias argentinas, habitante de un lugar donde no hay comercios que implementen los beneficios dispuestos por los gobiernos. Y si tengo que viajar a los centros importantes para gozar de descuentos, tengo que gastar diez veces más en el traslado que lo que ahorraría en la compra. Se entiende, ¿no? En síntesis, es más caro el collar que el perro.
Significa que solamente quienes viven en capitales de provincia o ciudades importantes del país, donde están asentados grandes supermercados o cadenas comerciales que implementan el sistema de precios cuidados o esenciales pueden acceder a los descuentos. El resto (los que vivimos en Quimilí, al noreste de Santiago del Estero, distante 210 kilómetros de la capital de la provincia, por ejemplo) nos tenemos que conformar enterándonos por los medios de las ventajas ajenas y lamentarnos de las desventuras propias. Utilizando una expresión tanquera, vemos lo que pasa en otro lado con “la ñata contra el vidrio”. Da un poco “medio mucho” de bronca, ¿no?
Entonces, busqué en un diccionario de sinónimos y antónimos las palabras “cuidado” y “esencial”. Dice del vocablo cuidado, entre otras acepciones: “atendido, vigilado, velado, custodiado, celado”. Y son sus antónimos: “desatendido, descuidado, desarreglado, dejado, abandonado”. Lo que significa que hay un sinnúmero de ciudades, pueblos, parajes, etc. que, al no tener acceso a lo dispuesto por el gobierno, se sienten triste y realmente desatendidos, descuidados, desarreglados, dejados y abandonados por quienes tienen la tarea de protegerlos. Cosa que no les pasa a los otros, esos que viven en los grandes centros.
Pero también busqué sinónimos y antónimos de esencial: y si lo otro me dio bronca, a esto súmenle urticaria, sarpullido, espuma por la boca… Dice el diccionario que esencial es algo fundamental, principal, básico, notable, primario, cardinal, primordial, elemental, primero, indispensable, imprescindible, necesario, inevitable, obligatorio. Por lo tanto a nosotros, los que no somos tocados por los privilegios “ut supra” mencionados, nos cabe la categoría de ser accidentalmente argentinos, accedemos a los beneficios accesoriamente, somos el sector secundario de la población (menos cuando tenemos que aportar con el voto), elementos suplementarios, de reconocimiento superficial, externo, extrínseco, artificial, superfluo, excusable, innecesario. Si, como lo leen: INNECESARIO. Al menos así lo dice el diccionario. Entonces sería bueno que alguna vez alguien del interior le diga a los iluminados de antes y de ahora que gobernaron y gobiernan el país, que es hora de dejarse de joder con eso de que conocen la Argentina, país federal y no sé cuantas otras estupideces “pour la galerie”, o para la gilada, como más les guste. Al final, vengan de donde vengan, terminan gobernando para el “adentro” de la General Paz. Claro, ahí están los votos. Será que hay que dar fe de eso que "Dios está en todas partes pero tiene su oficina en Puerto Madero"?
Bueno, dejo estas disquisiciones porque tengo que ir a los chinos a comprar yerba y azúcar. Por supuesto que no me cuidan ni me consideran esencial, pero son los únicos que están abiertos a esta hora.
Autor: Licenciado Raúl Porcel de Peralta