Un año pasó ya,
desde aquel 2 de junio en el que la realidad nos mostró la peor de sus caras. Una
realidad que nunca imaginamos, ni siquiera en la peor de nuestras pesadillas,
pero lo cierto y concreto es que lo real golpeó fatídicamente nuestra
existencia aquel día… Marito fue hallado sin vida, asesinado con una crueldad
inusitada y el miedo y la indignación se apoderaron de todos.
Masivamente
marchamos pidiendo justicia el 2 de junio de 2016. Quimilí, como pocas veces,
estaba unido, con una causa común: “Justicia por Marito y por Todos Nosotros”…
La tragedia nos hermanó aquel día, aunque lamentablemente nos duró poco. Con el
paso de los días el acompañamiento a la familia era cada vez menor, quizás por
miedo; por presiones políticas; por creer que, si apoyas la causa Marito,
disgustas a tus funcionarios benefactores; por apatía; por indiferencia; por
falta de tiempo; por lo que fuera; cada uno sabrá por qué. La conciencia te
pedirá cuentas algún día…
Durante este año de
inconmensurable dolor descubrimos muchos aspectos de nuestra realidad: que la perversidad
humana no tiene límites; que esa perversidad tiene cómplices fieles -poder, corrupción, ineficiencia, negligencia, DROGA, dinero-; que el gobierno no tiene el mínimo interés en
que se esclarezca este asesinato; que la indiferencia y el “no te metás” son la
filosofía de muchos entre nosotros… pero también descubrimos a una FAMILIA “Salto”
que NO ESTÁ DISPUESTA A BAJAR LOS BRAZOS; que hay un puñado de Quimilenses y no
Quimilenses que permanecen firmes en esta búsqueda de VERDAD y JUSTICIA, que
son seres dotados de corazones inmensos, llenos de compromiso, solidaridad, empatía,
valores fundamentales que enaltecen la humanidad y permiten creer que esta
lucha no es en vano.
A un año de la
peor aberración que vivimos los Quimilenses, imploro a Dios: que nos ayude a
sumarnos a esos corazones solidarios; que nos mantenga fuertes y unidos en esta
difícil y riesgosa cruzada; que no claudiquemos nunca, hasta que la verdad y la
justicia sean parte de nuestra realidad.
El monstruo al
que nos enfrentamos es grande, poderoso, perverso, ya demostró que su malicia
no tiene fin y está dispuesto a todo. Pero estoy convencido que, si nos mancomunamos
como sociedad, si somos una verdadera familia, podremos vencer a este monstruo
y alcanzar las tan ansiadas verdad y justicia.
El dolor seguirá
por siempre, porque Marito Agustín fue asesinado, pero descubrir la verdad y
alcanzar la justicia nos devolverá la paz que se nos arrebató hace un año
atrás.
Quimilenses, POR
FAVOR, que no nos gane la indiferencia…
Quimilenses, no
claudiquemos en esta búsqueda de LUZ, VERDAD Y JUSTICIA por MARITO Y POR TODOS
NOSOTROS…
Dios los Bendiga
y Ampare Siempre